No tranquila...

No tranquila...

No tranquila
me agarra por espasmos,
y después se olvida
el hueco del corazón,
el viento que llena de frío las sábanas
(si las tuviera).

No te preocupes
aquí no hay nada que mancillar
ni querer. 

Apenas tu sexo me recuerda
el deseo de la piel,
(llenando el espacio)
el mar entre tus piernas
(sosegando su fuego),
y el infierno de tus alas
(danzando con los diablos del alma).







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