domingo, 13 de julio de 2025

Cuento mínimos sobre dinosaurios - Varios Autores

 El dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Augusto Monterroso

El dinosaurio

Cuando despertó, suspiró aliviado: el dinosaurio ya no estaba allí.

Pablo Urbanyi

La culta dama

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado "El dinosaurio"

—Ah es una delicia —me respondió—, ya estoy leyéndolo.

José de la Colina

miércoles, 9 de julio de 2025

Hembra - Leopoldo María Panero

Hembra

Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.

"El último hombre" 1984
Leopoldo María Panero

lunes, 7 de julio de 2025

Ojos Secos - Pedro Jorge Vera

LOS OJOS SECOS 

A Pedro Saad

Desde el amanecer sintió un vago malestar. Después fue un ligero dolor en el vértice del corazón. Se tomó el pulso, mirando su reloj de pulsera: normal. "Será, tal vez, el café". Había tomado taza tras taza para mantenerse en vigilia. Pero aunque el corazón marchaba bien y el dolor se presentó, fugaz, sólo una o dos veces más, no logró disipar la extraña sensación. Apenas había avanzado una página en su trabajo y ahora la estilográfica yacía sobre la mesa. Combatiente siempre listo, su imaginación concibió enseguida el símil. "La pluma caída, como el fusil abandonado de un soldado muerto". Rió de sí mismo y volvió a tomar la pluma. "Sólo está herido; vuelve a empuñar el arma". 

Algo no marchaba. No acertaba a continuar su trabajo. "Son mis nervios; necesito descanso". ¿Qué descanso? Podía tenderse en el catre y dejar correr las horas sobre su cuerpo. Pero, bien lo sabía, no eran sus músculos los que precisaban descanso: era su mente sobreexcitada, vigilante como un centinela, ávida del mundo exterior. Y esa tensión se volvía depresión ante la monotonía de las horas, la lentitud de los días. 

De todos modos, se tendió en el catre. "Al menos, así miro a mi mundo desde un ángulo distinto". Contempló detenidamente el cielo raso agrietado, las paredes sucias, el biombo raído que dividía la pieza en dos, los pobres muebles, una silla -una mesita-, su saco y su abrigo colgados de un clavo. 

Allí terminaba todo. Afuera, la vida seguiría su ritmo agitado y cálido. "Hombres tristes, mujeres sonrientes, niños hambrientos... Y aire, el gran aire sin paredes, los trece meses con sus trece espejos". Desde el patio llegaban ruidos de faenas domésticas, mujeres que lavaban, que cocinaban, que volvían del mercado. "Si quiera pudiera hablarles, ver jugar a los niños, pelear a los perros... Nada". Desde que Cruz, el dueño de la pieza, marchaba a su fábrica, él quedaba solo, bajo candado. Al mediodía, Cruz le traía los diarios y el almuerzo y volvía a marcharse. Por la noche venía con la merienda y salía otra vez, ahora -único intermediario entre Juan Martelli y el mundo- a llevar sus opiniones al Comité Ejecutivo de la C.T.E. Cruz volvía después de la medianoche, le entregaba algún mensaje y caía extenuado en su lecho. Ni una palabra más que fuera su nervioso monólogo. 

"Hoy son treinta días entre el biombo y el cielo raso. Nada más existe: mi cabeza, el biombo y el cielo raso". Desde que se proclamara la dictadura y se iniciara una política de feroz represión, el dirigente sindical Juan Martelli fue puesto a precio. La noche siguiente al sorpresivo golpe de Estado lo condujeron a este refugio. Pensó que el aislamiento le serviría para realizar el estudio que planeaba sobre la realidad económica del Ecuador. Pero poco había hecho. Las condiciones no eran muy favorables. Tenía que escribir a mano porque el tecleo de la máquina habría despertado sospechas. No podía correr ningún riesgo. El plan del Gobierno era declararlo extranjero peligroso y expulsarlo del país. Aunque él viniera de Italia a los dos años y hubiera optado legalmente por la nacionalidad ecuatoriana, al llegar a su mayor edad. 

Ahora alguien silbaba una triste melodía. Martelli recordó la letra: "Para mí tu recuerdo es hoy como la sombra -del fantasma- a quien dimos el nombre de su adorada". Había escuchado cantar a Rosa, con esa su voz grave de acento romántico. Le gustaba oírsela mientras ella partía su pelo en dos mitades, y él, acostado, leía los diarios. Juanillo llamaba corriendo. "Ya, papito, levántese". Lo hacía subir a la cama, jugaba con él unos minutos y entraba al baño, silbando el pasillo melancólico. Todo estaba perdido. ¿Perdido para siempre? Ya volvería el tiempo perdido. Rosa cantaría. Juanillo jugaría, todo como antes... 

No, ya no sería posible. Lo perdido, perdido estaba. Había terminado la lucha serena, consagrada a la organización. "Ahora nos cazarán como a ratas. Ahora Rosa vivirá con su corazón perseguido. La vida peligrosa, insegura. La vida oscura, el sol lejano..."

¿Qué haría ella en este instante? Extendió las manos y acarició en el aire su silueta. Treinta días sin verla, treinta días. La noche que lo trajeron a su encierro, ya no pudo volver a su casa. Sólo escribirle cuatro letras al reverso de una hoja volante: "Rosa, mi amor: Hasta reconquistar la libertad, te llevo en mi corazón. Tú y Juanillo, camaradas queridos, esperarán mi regreso, con los puños cerrados y los ojos secos". 

¡Ah, el milagro de ese hijo suyo! Primero hubo un aborto. "No, Rosa, no podemos tener un hijo. Después quizás. Cuando tenga alguna entrada fija. Era un decir, en realidad no quería tenerlo jamás. Para su vida de luchador, pensaba, sería un grave obstáculo. No fue fácil convencer a Rosa: "Nuestro primer hijo, Juan, ¿Cómo vamos a matarlo?". Él no insistió, se mantuvo silencioso y sombrío. Al cuarto día, ella se le acercó: "Hagámoslo, Juan. Que Dios no nos castigue por esto". 

El terrible día, él la vio internarse en la sala de operaciones, tendida como muerta en su camilla. La sonrisa triste con que se despidió, lo hizo estremecer. Escuchó su gemido cuando le aplicaron la anestesia. Después, nada que no fuera el tic-tac del reloj, que parecía instalado en su cerebro. Cuando volvió la camilla y él se levantó, observó que habíase clavado las uñas en las manos. Y al despertar, ella se abrazó a él, como perseguida. Deliraba: "Qué lindo nuestro hijo, Juan. Igualito a ti". Seguía sonando el reloj en su cerebro. Siguió sonando horas, días, semanas... 

Y cuando otra vez, doliente, vacilante, aterrada, ella le dijo que estaba encinta, él nada respondió: "¿Tenemos que hacerlo, Juan?". No, no lo harían más. "Si aborta, pensó, es como si se matara. Es la sangre de ella la que se derrama". 

Así llegó Juanillo. ¿Habría seguido riendo y jugando en estos treinta días? Así lo veía en su imaginación, así quería verlo siempre. ¿Y cuándo creciera? Pero eso estaba tan lejos... Ahora no era más que Juanillo: la alegría, la risa, el ensueño... 

Alguien se había detenido junto a la puerta. Miró el reloj: las once y media. Demasiado temprano para que fuera Cruz. Sin embargo, era él. Entró con su paso lento y su mirada vaga. 

-Compañero, ha pasado algo... 

Juan Martelli se incorporó en el lecho.

-¿Qué? 

-Su hijo... 

Era de Juanillo que le hablaban. Le hablan porque el había estado evocándolo. ¿Su hijo, qué?. Juanillo jugaba, Juanillo reía. 

Nada decía, no tenía que decir. Sí, Juanillo era hijo suyo y de Rosa. Eso era todo. 

-Lo atropellaron... lo van a operar... Fue el camión de la Guardia Civil...

Cada frase caía rítmica e implacable, cada una más dolorosa que la anterior: como latigazos. Otra vez el reloj en su cerebro. Otra vez el gemido de Rosa. Otra vez su sonrisa triste. Otra vez sus palabras supersticiosas: "que Dios no nos castigue por esto". 

Y Cruz seguía blandiendo el látigo. Una hora antes fue. Juanillo había salido con la cocinera, a la tienda de enfrente. Al parecer, ella estaba en el complot, que consistía en secuestrar a Juanillo. Un oficial habíale dado caramelos y se lo había llevado hacia el camión, mientras la cocinera se entretenía en sus compras. El oficial alzó en brazos a Juanillo y lo trepó al vehículo. Entonces, el niño se asustó. Habíase arrojado al suelo y emprendido la carrera para atravesar la calle y volver a casa. Tal vez no fue intencional, tal vez el chofer ya iba a emprender la marcha, ello fue que atropelló al pequeño. 

Calló Cruz. Martelli se sentó a plomo en el techo, la vista baja, los codos apoyados en los muslos. De soslayo veía a Cruz. "Está allí, es su voz la que le escuchado, es de Juanillo que me ha hablado. No juega, no ríe. Pero vive, vivirá... Volverá a jugar, volverá a reír...". 

-¿Dónde es la herida? 

Cruz se encogió de hombros. No lo sabía, sólo que estaba un poco grave.

-Pero con la operación ha de quedar bien. Ahora hacen muy buenas operaciones. Cálmese camarada. Lo que querían era secuestrarlo. Les falló el golpe.

Les Falló, sí. Pero su sangre pura se derramaba cálida. "La sangre de Rosa". Y como años atrás, las entrañas desgarradas, ella estaría sintiendo la mano de Dios dirigiendo su vida. Y él estaba lejos, extraño al dolor de esos seres amados.

-¡Dónde está?

-En el Hospital Eugenio Espejo.

Martinelli preguntaba mientras por su mente desfilaban otras ideas: alguien hablaba por él. "Con sus ojos caídos. Rosa estará viendo el corazón de su hijo abierto, sus estrellas que se apagan... Que se apagan..."

-¡Se apagan...? -inquirió, hablándose a sí mismo; luego, volviendo a la realidad, agregó: -Está grave, Cruz, verdad? 

-Dicen que está un poco grave, pero que ha de sanar. Me voy a traer el almuerzo y le he de averiguar cómo sigue. Estese tranquilo. 

Martelli se tendió en el catre y cerró los ojos "Todo es real: mi soledad y su sangre. Pero también mi voluntad..." Su férrea voluntad, que se imponía en la lucha, que agrupaba a los hombres, que hacía temblar las ciudades, que vivificaba los campos: esa su voluntad de acero, salvaría a su hijo. "Él tiene que vivir porque yo tengo que morir". 

Vio a Juanillo jugar como antes. "Como antes y como siempre". Una leve sonrisa se dibujó en sus labios. El dolor del corazón había desaparecido. Todo volvía a ser como antes... 

Después de una hora regresó Cruz.

-Camarada- dijo mientras ponía el almuerzo sobre la mesa- ya operaron al niño. Nada le ha pasado. Ya ha de sanar. 

Hambriento, Martelli se sentó a la mesa. Comenzó a comer con silencio, la vista baja. De pronto, miró fijamente a Cruz y éste no pudo resistir su mirada. 

-¿Qué pasa, Cruz? 

Cruz movió nervioso las manos. 

-Hable. Dígame qué pasa -insistió Martelli. 

Cruz alzó tímidamente la vista. Su voz tembló al contestar. 

-Nada, camarada. Ya ha de sanar. Dicen que es un poco grave no más... 

-Está peor después de la operación ¿verdad? 

-Bueno, peor mismo no está, pero... claro, todavía no sana. 

La respuesta ambigua volvió a alterar los nervios de Martelli. "Necesito verlo porque mi presencia lo ha de curar. No tengo miedo, no. Nada puede ocurrirle. Mi hijo tiene que vivir porque yo tengo que morir. Pero tengo que verlo para que pronto vuelva a reír, a jugar... 

-Me voy a verlo, Cruz. 

-No, camarada, no puede hacer eso. Martelli se había puesto en pie y tomaba su saco y su abrigo. Se mojó un poco el pelo, se peinó y se puso unas gafas oscuras. 

-No tema, compañero, nada pasará. ¿No ve que estoy sereno? Pero necesito ver a mi hijo porque si no, estoy inutilizado. 

Corrió el picaporte y salió al patio. El mediodía quiteño, rojo de sol, limpio de nubes, vigorizaba los huesos como un baño de mar. "La luz limpia, el aire sin paredes: la luz y el aire de Juanillo". Atravesó el patio y salió a la calle. Dos muchachitos que llegaban corriendo se le atravesaron y estuvo a punto de derribarlos. "Más o menos de la edad de Juanillo. Como pase todo, lo ente a este patio para oírlo jugar desde esa horrible pieza". 

Al cruzar con algunas gentes de andar lento, lo asaltaron las dudas. ¿No estaba cometiendo una irrele locura? ¿No estaba dejándose dominar, como mujercita, por razones sentimentales? 

Nada pasaría. Bastaba con seguir tranquilamente las calles menos transitadas. En efecto, nadie reparaba en él. Se hablaba de un vasto espionaje desperdigado en toda la ciudad, pero él nada sospechoso notaba. "La te es exagerada e histérica". Iba llegándose una serenidad que era casi alegría tras la angustia del primer momento. "Pero necesito verlo, necesito verlo desde antes del atropello. Necesito saber que va a seguir jugando, que va a seguir riendo. Entonces podré trabajar a conciencia, entonces seré más útil". 

Había llegado. Doblando a la derecha, estaba el hospital. Avanzó a pasos lentos, la cabeza baja pero vigilante. Ya estaba frente a la amplia puerta: nada, el mismo tránsito de vehículos, las mismas gentes en pos de sus enfermos. 

Lo sintió venir. Faltaban cinco metros para llegar a puerta cuando se le juntó. Sí, lo estaban esperando. 

-Señor Martelli, acompáñeme. 

Martelli se detuvo. En un acto inconsciente se quitó las gafas y miró al pesquisa con sus ojos tristes. 

-Sabe a qué vengo? El policía miró al suelo. 

-Sí, pero... tengo que llevarlo. Martelli midió la distancia. En vano sería correr pues tendría que detenerse a averiguar la pieza de su hijo y volverían a atraparlo.

-Aquí tengo cincuenta sucres. Déjeme entrar y se los daré. No huiré. Sólo quiero verlo-. Su voz firme y sin desquicio, con un tono súplica: viendo la vacilación del pesquisa, insistió. Mi palabra de honor, uqe no intentaré huir. Acompáñeme usted hasta allá. 

El pesquisa le restregó las manos. Martelli veía que era su momento.

-Aquí tiene los cincuenta sucres-. Le extendía la mano cerrada, qué apretaba el billete. 

Ahora el pesquisa lo miró largamente a los ojos para querer impregnarse de su mirada. 

-No me dé nada -dijo al fin-. Entre. No tarde más de cinco minutos. 

Le dio la espalda y marchó en dirección a la verja. Martelli siguió. Raudo, atravesó el patio, que le pareció un desierto hostil. 

-¿El niño Martelli, Juan Martelli? 

-En el pensionado, pieza número treinta, por la izquierda. 

Avanzó apresurado. Sólo disponía de cinco minutos. Miraba los números de las puertas: 12 - 14 - 16 - 18 - 20.

-¡Alto! Primero, había escuchado pasos pero había seguido adelante. Al oír el grito, supo que era con él. Se detuvo un instante y luego quiso seguir. Ya era tarde: cuatro férreos brazos lo sujetaban. A su derecha estaba el pesquisa que le permitiera entrar; a su izquierda, jadeaba un hombre gordo de rostro agresivo, que lo miraba con ojos triunfales. Adelante, a pocos metros, la pieza número 30. Se le acercaban los guarismos hasta instalarse en su cabeza: 30-30-30, "30, pieza 30".

-Está detenido, señor Martelli --dijo el hombre gordo; hablaba como ladrando, como maldiciendo-. Venga con nosotros. 

Martelli miró al pesquisa y éste bajó la cabeza, avergonzado. 

-Es el subjefe -le musitó al oído

-Bueno ¿qué esperamos? -El subjefe presionaba el brazo de Martelli. 

-No voy a huir, señor... -Esta última palabra le salió dificultosamente, pensando que con ella halagaba al delator. Sólo quiero ver a mi hijo... un minuto.

-Siento mucho, pero... usted está detenido-. Su tono seguía siendo de maldición; una sonrisa diabólica animaba sus labios. 

Martelli comprendió que no había esperanza. "Lo que hace es tan querido como sería para mí entrar en la pieza número 30". 

Balanceándose como dos naves azules, dos hermanas de la caridad aparecieron en el extremo del pasillo. Martelli las veía acercarse, indiferente. Se volvió a mirar la puerta de la pieza con sus cifras hostiles, y como en una despedida, rugió: 

-¡Rosa! 

-Vamos, vamos-. El subjefe aumentaba la presión de su mano. 

Las religiosas estaban junto a ellos. Al ver sus rostros, una esperanza nació en Martelli. 

-Quiero ver a mi hijo- exclamó mirando alternativamente a una y otra-. Está allí en esa pieza. Saldré enseguida. 

Las dos mujeres lo miraron con simpatía. 

-Déjenlo -dijo la una hablando a los policías; sonreía levemente, casi sin quererlo: como la Gioconda.

-No puedo, Sor Angélica, no puedo-. El subjefe hablaba sin mirarla. Remeció con fuerza el brazo de Martelli, pero no se atrevió a arrastrarlo, consciente de su ridículo ante el ruego de la hermana. Se limitó a mirar furioso a su subalterno. 

Cautelosamente, sin que nadie lo notara, la otra hermana había deslizado hasta la puerta número 30, la abrió y se introdujo en la pieza. 

-Es un enemigo del Gobierno y un hereje-. El subjefe se agitaba en su afán de convencer a Sor Angélica. 

-Aquí ha venido como padre, a ver a su hijo. Permítale -dijo ella, dulcemente-. En nombre de Dios...

El subjefe soltó el brazo de Martelli. Furiosamente se pasó las uñas por el cráneo. Querían arrebatarle su placer. Pero le hablaban en nombre de Dios... Tal vez tendría que acceder... 

Entonces apareció Rosa, seguida por la otra hermana. Martelli, que tenía los ojos fijos en la puerta, la vio aparecer triste y pálida. "Como el día del aborto. Y el número 30 sobre su cabeza es un signo siniestro". 

Inmóvil, Rosa le lanzaba una mirada quieta, con sus ojos enrojecidos. Al oído le murmuró la religiosa: 

-Sonríale, por Dios, sonríale. 

Pasándose la mano por la cara, para ocultar el movimiento de los labios, Rosa preguntó: 

-¿No le digo nada, entonces? 

-¿No ve cómo está, desesperado? 

La hermana la tomó de los brazos y la fue empujando hacia su marido. Y otra vez le rogó: "Sonríale". Y entonces, milagrosamente, en el rostro mortal de Rosa se abrió una sonrisa que iluminó todo el cuadro.

-¡Juan querido! 

Lo había tomado de las manos y se las acariciaba rápida y vehemente: como el agua sobre la piedra.

-¿Juanillo...? 

-Oh, ya está bien-. Rosa mantenía su sonrisa, su mirada límpida.

Martelli cerró los ojos, bruscamente, como si cerrara la ventana de su alma. Volvió a abrirlos. Ahora, todo estaba como antes. "Rosa cantará. Juanillo jugará. Y no existe el número 30. No ha existido nunca". 

-Déjelo entrar -rogó Sor Angélica. 

Ya el subjefe estaba vencido. Alzó la cabeza para decir que sí, pero se encontró con las miradas angustia- das y suplicantes de las dos mujeres que acababan de salir. La religiosa movió la cabeza negativamente. "No", leyó en el movimiento de sus labios. "No". Le decían los ojos aterrados de Rosa. Vagamente comprendió. 

-No es posible -gruñó-. Vamos, señor. 

Martelli sonrió despectivamente. Rosa se le aproximó y lo besó en los labios y en los ojos. 

-Juan querido, no temas. Te esperamos con los puños cerrados y los ojos secos. 

Él la miró, alegre y orgulloso, a pesar de las lágrimas que le brillaban en los ojos. Custodiado por los dos policías, dio media vuelta y se alejó por el pasillo. Desde el extremo, se volvió, agitó la mano y gritó a su mujer: 

-¡Besa a Juanillo por mí! 

Y volviéndose al subjefe: 

-¿Qué podía esperarse de usted? ¡Un policía, al fin! Si acaso tiene un hijo, recuerde lo de hoy... 

El subjefe lo miró de soslayo. Pareció ir a decir algo, pero se limitó a apretar el paso, mascullando algo ininteligible. 

Cuando hubieron desaparecido, Rosa estuvo a punto de caer. Sostenida por las hermanas, penetró a la pieza y estremecida por los sollozos, fue a cubrir de besos el cadáver de Juanillo, cuyas manos cerró después, murmurando: 

-Con los puños cerrados y los ojos secos...
De luto eterno y otros cuentos.
Pedro Jorge Vera
 

sábado, 21 de junio de 2025

Avenida Juárez - Efraín Huerta

Uno pierde los días, la fuerza y el amor a la patria,
el cálido amor a la mujer cálidamente amada,
la voluntad de vivir, el sueño y el derecho a la ternura;
uno va por ahí, antorcha, paz, luminoso deseo,
deseos ocultos, lleno de locura y descubrimientos,
y uno no sabe nada, porque está dicho que uno no debe saber nada,
como si las palabras fuesen los pasos muertos del hambre
o el golpear en el oído de la espesa ola del vicio
o el brillo funeral de los fríos mármoles
o la desnudez angustiosa del árbol
o la inquietud sedosa del agua...

Hay en el aire un río de cristales y llamas,
un mar de voces huecas, un gemir de barbarie,
cosas y pensamientos que hieren;
hay el breve rumor del alba
y el grito de agonía de una noche, otra noche,
todas las noches del mundo
en el crispante vaho de las bocas amargas.

Se camina como entre cipreses,
bajo la larga sombra del miedo,
siempre al pie de la muerte.
Y uno no sabe nada,
porque está dicho que uno debe callar y no saber nada,
porque todo lo que se dice parecen órdenes,
ruegos, perdones, súplicas, consignas.
Uno debe ignorar la mirada de compasión,
caminar por esa selva con el paso del hombre
dueño apenas del cielo que lo ampara,
hablando el español con un temor de siglos,
triste bajo la ráfaga azul de los ojos ajenos,
enano ante las tribus espigadas,
vencido por el pavor del día y la miseria de la noche,
la hipocresía de todas las almas y, si acaso,
salvado por el ángel perverso del poema y sus alas.

Marchar hacia la condenación y el martirio,
atravesado por las espinas de la patria perdida,
ahogado por el sordo rumor de los hoteles
donde todo se pudre entre mares de whisky y de ginebra.

Marchar hacia ninguna parte, olvidado del mundo,
ciego al mármol de Juárez y su laurel escarnecido
por los pequeños y los grandes canallas;
perseguido por las tibias azaleas de Alabama,
las calientes magnolias de Mississippi,
las rosas salvajes de las praderas
y los políticos pelícanos de Louisiana,
lascastas violetas de Illinois,
las bluebonnets de Texas...
y los millones de Biblias
como millones de palomas muertas.

Uno mira los árboles y la luz, y sueña
con la pureza de las cosas amadas
y la intocable bondad de las calles antiguas,
con las risas antiguas y el relámpago dorado
de la piel amorosamente dorada por un sol amorosos.
Saluda a los amigos, y los amigos
parecen la sombra de los amigos,
la sombra de la rosa y el geranio,
la desangrada sombra del laurel enlutado.

¿Qué país, qué territorio vive uno?
¿Dónde la magia del silencio, el llanto
del silencio en que todo se ama?
(¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?)

Uno se lo pregunta
y uno mismo se aleja de la misma pregunta
como de un clavo ardiendo.
Porque todo parece que arde
y todo es un montón de frías cenizas,
un hervidero de perfumados gusanos
en el andar sin danza de las jóvenes,
un sollozar por su destino
en el rostro apagado de los jóvenes,
y un juego con la tumba
en los ojos manchados del anciano.

Todo parece arder, como
una fortaleza tomada a sangre y fuego.
Huele el corazón del paisaje,
el aire huele a pensamientos muertos,
los poetas tienen el seco olor de las estatuas
—y todo arde lentamente
como en un ancho cementerio.

Todo parece morir, agonizar,
todo parece polvo mil veces pisado.
La patria es polvo y carne viva, la patria
debe ser, y no es, la patria
se la arrancan a uno del corazón
y el corazón se lo pisan sin ninguna piedad.

Entonces uno tiene que huir ante el acoso de los búfalos
que todo lo derrumban, ante la furia imperial
del becerro de oro que todo lo ha comprado
—la pequeña república, el pequeño tirano,
los ríos, la energía eléctrica y los bancos—,
y es inútil invocar el nombre de Lincoln
y es por demás volver los ojos a Juárez,
porque a los dos los ha decapitado el hacha
y no hay respeto para ninguna paz,
para ningún amor.

No se tiene respeto ni para el aire que se respira
ni para la mujer que se ama tan dulcemente,
ni siquiera para el poema que se escribe.
Pues no hay piedad para la patria,
que es polvo de oro y carne enriquecida
por la sangre sagrada del martirio.

Pues todo parece perdido, hermanos,
mientras amargamente, triunfalmente,
por la Avenida Juárez de la ciudad de México
—perdón, Mexico City—
las tribus espigadas, la barbarie en persona,
los turistas adoradores de "Lo que el viento se llevó",
las millonarias neuróticas cien veces divorciadas,
los gangsters y Miss Texas,
pisotean la belleza, envilecen el arte,
se tragan la Oración de Gettysburg y los poemas de Walt Whitman,
el pasaporte de Paul Robeson y las películas de Charles Chaplin,
y lo dejan a uno tirado a media calle
con los oídos despedazados
y una arrugado postal de Chapultepec
entre los dedos.


Efraín Huerta
De: Estrella en alto

¡Mi país, oh mi país! - Efraín Huerta

Descenderá al sepulcro vuestra soberbia. Y
echados seréis de él como troncos abominables,
vestidos de muertos pasados a cuchillo,
que descendieron al fondo de la sepultura.
Y no seréis contados con ellos en la sepultura:
porque destruisteis vuestra tierra, y arrasasteis
vuestro pueblo. No será nombrada para siempre
la simiente de los malignos.

Libro del profeta Isaías

Ardiente, amado, hambriento, desolado,
bello como la dura, la sagrada blasfemia;
país de oro y limosna, país y paraíso,
país-infierno, país de policías.
Largo río de llanto, ancha mar dolorosa,
república de ángeles, patria perdida.
País mío, nuestro, de todos y de nadie.
Adoro tu miseria de templo demolido
y la montaña de silencio que te mata.
Veo correr noches, morir los días,
agonizar las tardes.

Morirse todo de terror y de angustia.
Porque ha vuelto a correr la sangre de los buenos
y las cárceles y las prisiones militares son para ellos.
Porque la sombra de los malignos es espesa y amarga
y hay miedo en los ojos y nadie habla y nadie escribe
y nadie quiere saber nada de nada,
porque el plomo de la mentira cae, hirviendo,
sobre el cuerpo del pueblo perseguido.

Porque hay engaño y miseria y el territorio
es un áspero edén de muerte cuartelaria.
Porque al granadero lo visten de azul de funeraria
y lo arrojan lleno de asco y alcohol contra el maestro,
el petrolero, el ferroviario,
y así mutilan la esperanza y le cortan el corazón y la palabra al hombre
— y la voz oficial, agria de hipocresía,
proclama que primero es el orden
y la sucia consigna la repiten los micos de la Prensa,
los perros voz-de-su-amo de la televisión,
el asno en su curul, el león y el rotario,
las secretarias y ujieres del Procurador
y el poeta callado en su muro de adobe,
mientras la dulce patria temblorosa cae vencida en la calle y en la fábrica.

Éste es el panorama: Botas, culatas, bayonetas, gases…
¡Viva la libertad!

Buenavista, Nonoalco, Pantaco, Veracruz…
todo el país amortajado, todo,
todo el país envilecido, todo eso,
hermanos míos, ¿no vale mil millones de dólares en préstamo?
¡Gracias, Becerro de Oro! ¡Gracias, FBI! ¡Gracias, mil gracias,
Dear Mister President! Gracias, honorables banqueros,
honestos industriales, generosos monopolistas,
dulces especuladores; gracias, laboriosos latifundistas,
mil veces gracias, gloriosos vendepatrias,
gracias, gente de orden.

Demos gracias a todos y rompamos con un coro solemne de gracia y gratitud
el silencio espectral que todo lo mancilla.

¡Oh país mexicano, país mío y de nadie!
Pobre país de pobres. Pobre país de ricos.
¡Siempre más y más pobres!
¡Siempre menos, es cierto, pero siempre más ricos!
Amoroso, anhelado, miserable, opulento,
país que no contesta, país de duelo.
Un niño que interroga parece un niño muerto.
Luego la madre pregunta por su hijo
y la respuesta es un mandato de aprehensión.
En los periódicos vemos bellas fotografías de mujeres apaleadas
y hombres nacidos en México que sangran
y su sangre es la sangre de nuestra maldita conciencia
y de nuestra cobardía.

Y no hay respuesta nunca para nadie
porque todo se ha hundido en un dorado mar de dólares
y la patria deja de serlo y la gente sueña en conjuras y conspiraciones
y la verdad es un sepulcro. La verdad la detentan los secuestradores,
la verdad es el fantasma podrido de MacCarthy
y la jauría de turbios, torpes y mariguanos inquisidores de huaraches;
la verdad está en los asquerosos hocicos de los cazadores de brujas.
¡La grande y pura verdad patria la poseen,
oh país, país mío, los esbirros, los soldadones, los delatores y los espías!
No, no, no. La verdad no es la dulce espiga
sino el nauseabundo coctel de barras y de estrellas.
La verdad, entonces, es una democracia nazi en la que todo sufre,
suda y se avergüenza.

Porque mañana, hoy mismo,
el padre denunciará al hijo y el hijo denunciará a su padre y a sus hermanos.
Porque pensar que algo no es cierto
o que un boletín del gobierno puede ser falso
querrá decir que uno es comunista
y entonces vendrán las botas de la Gestapo criolla,
vendrán los gases, los insultos, las vejaciones
y las calumnias y todos dejaremos de ser menos que polvo,
mucho menos que aire o que ceniza,
porque todos habremos descendido al fondo de la nada,
muertos sin ataúd, soñando el sueño inmenso de una patria sin crímenes,
y arderemos, impíos y despiadados,
tal vez rodeados de banderas y laureles,
tal vez, lo más seguro, bajo la negra niebla de las más negras maldiciones…

Efraín Huerta
4 de abril de 1959

sábado, 14 de junio de 2025

En el Principio era el verbo - J. E. Adoum

Te número te teléfono aburrido
te direcciono (callo caso y escalero)
y habitacionada ya te lámparo te suelo
te vaso te enfósforo te libro
te disco te destoco te desvisto desoído
te camo te almohado enciendo descobijo
te pelo te cadero me cinturas
nos trasvasamos labio a labio
me embotello en tu adentro
nos rehacemos te desformo me conformo
multiplicada tú yo mildividido.

El tiempo y las palabras 
JorgEnrique Adoum

A Ellos - Mario Benedetti

A Ellos

Se me han ido muriendo los amigos
se me han ido cayendo del abrazo,
me he quedado sin ellos en el día,
pero vuelven en uno que otro sueño.

Es una nueva forma de estar solo,
de preguntar sin nadie que responda,
queda el recurso de tomar un trago
sin apelar al brindis de los pobres.

Iré archivando cuerdos y recuerdos,
si es posible en desorden alfabético,
en aquél rostro evocaré tu temple,
en ese otro el ancla de unos ojos.

Sobrevive el amor, y por fortuna,
a esa tentación no se la llevan;
yo por las dudas toco la mismísima madera,
esa que dicen que nos salva.

Pero se van fugando los amigos,
los buenos, los malos, los cabales,
me he quedado con las manos vacías
esperando que alguien me convoque.

Sin embargo todos y cada uno
me han dejado un legado, un regalito,
un consuelo, un sermón, una chacota,
un reproche en capítulos, un premio.

Si pudiera saber donde se ríen,
donde lloran, o cantan, o hacen niebla,
les haría llegar mis añoranzas,
y una fuente con uvas,
y estos versos.

Mario Benedetti

Esperando el autobús

Haciendo fila en una parada de autobús:
Un borracho canoso de terno gris gritando: gente maleducada, y lo peor es que son jovencitos.
Un chico de gorra y calentador en sus 20s susurrando: ya modérese.
Yo en mis 30s llegando a los 40, pensando para mi: ya cállese borracho hp.


Haciendo fila 
en la parada del corredor
regresando del trabajo

viernes, 6 de junio de 2025

Cánticos Callejeros 1

Que se necesita para ser presidente
Ser un hijueputa que le miente a la gente
Que se necesita para ser diputado
Ser un cabrón que vive del estado.

Que se necesita para ser policía
Ser un violador de noche y de día
Que se necesita para ser militar
Andar cuatro patas y saber ladrar.

jueves, 17 de abril de 2025

Adivinanzas - Nicolás Guillén

Adivinanzas

En los dientes, la mañana, 
y la noche en el pellejo. 
¿Quién será, quién no será? 
            -El negro. 

Con ser hembra y no ser bella, 
harás lo que ella te mande. 
¿Quién será, quién no será? 
            -El hambre. 

Esclava de los esclavos, 
y con los dueños, tirana. 
¿Quién será, quién no será? 
            -La caña. 

Escándalo de una mano 
que nunca ignora la otra. 
¿Quién será, quién no será? 
            -La limosna. 

Un hombre que está llorando 
con la risa que aprendió. 
¿Quién será, quién no será? 
                -Yo. 


Nicolás Guillén
De West Indies, Ltd. 1934

Coroneles de terracota - Nicolás Guillén

Coroneles de terracota

Coroneles de terracota, 
políticos de quita y pon; 
café con pan y mantequilla... 
¡Que siga el son! 

La burocracia está de acuerdo 
en ofrendarse a la Nación; 
doscientos dólares mensuales... 
¡Que siga el son! 

El yanqui nos dará dinero 
para arreglar la situación; 
la Patria está por sobre todo... 
¡Que siga el son! 

Los viejos líderes sonríen 
y hablan después desde un balcón. 
La zafra! ¡La zafra! ¡La zafra! 
¡Que siga el son! 


Nicolás Guillén
De West Indies, Ltd. 1934

lunes, 27 de enero de 2025

Testamento 2018 - Jaime guevara

TESTAMENTO de fin de año, 

por Jaime Guevara

(Con sal, tostadito y chochos)

Que venga el Señor Notario
y traiga lleno el tintero
porque para ser sincero
yo me siento octogenario.
Pero antes de usar el sudario
que me den harto morocho
pues si verdades derrocho
lo hago este mismo momento:
aquí está mi testamento
yo soy el Dos Mil Dieciocho.

Que se oiga música y farra
y deslumbren los colores
de luces y voladores
que estos guambras despilfarran.
Truenen tambores, guitarras
o aunque sea un discomóvil,
que nadie se quede inmóvil
como yo en esta cama:
saquen a bailar a las damas
en bus, taxi o automóvil.

Que en las calles la alegría
de payasos y bufones
reemplacen a los claxones
y haya siempre rebeldía.
Que las locas fantasías
se hagan por fin realidad
y que reine la hermandad
entre los seres humanos,
después de eso sí, gusanos
devórenme de verdad.

En mi testamento quiero
entregar a cada quien
lo que se ha ganado bien
o le suelto el avispero.
Inicio así, caballeros
por los lugares lejanos
y miro en los pueblos hermanos
accidentes y conflictos.
Mi abrazo es el veredicto
de amor contra todo tirano.

Por supuesto hay elecciones,
hay, nos dicen, democracia
y por si hay una desgracia
hay papales bendiciones.
Los pueblos con intenciones
de encontrar algún mesías
votan por una falsía
que luego les sale cara.
A romper con las amarras
hermano despierta un día.

Y en Colombia no logró
sellar la paz anhelada
pues la estupidez armada
se impuso diciendo no.
La codicia prolongó
el tráfico de venenos
y los capos del infierno
hoy comandan el Estado.
Yo les dejo un oxidado
fusil y sucio su terno.

Hablando desde esa selva
raptan a tres periodistas
y nadie da con su pista
en la más remota cueva.
Y en la sanguinaria niebla
ellos son sacrificados
al dios de unos desalmados
y al silencio del Poder:
¡yo les hice disolver
los secretos de su Estado!

Y mirando a Venezuela
miro a un reino terrorista
con disfraz de socialista
que hunde al pueblo sus espuelas.
El pueblo a gastar sus suelas
con dolor venezolano
igual que el ecuatoriano
que hace ya mucho emigró.
¡Si es que acaso lo olvidó
tienda su abrazo al hermano!

Entre quienes se marcharon
para nunca más volver
Stephen Hawkins se fue
cual científico preclaro.
Mientras tanto más disparos
resonaron por doquier
y la paz no deja ver
su piquito de paloma
y la armonía no asoma
ni en Siria ni en Israel.

Una gran marcha masiva
de Centro América parte
llevando por estandarte
“Nuestra pobreza está viva”.
Trump responde con diatribas
y no abre las puertas del cielo,
y a quienes buscan consuelo
lanza sus tropas de asalto
o a quienes burlan de un salto
el muro y el entresuelo.

Regresando al Ecuador
se ha destapado la olla
y a todos los de la argolla
ha salpicado el vapor.
Hasta el propio contralor
resultó estar embarrado
junto al fiscal ha fugado.
El ex vicepresidente
despacha entre delincuentes
los negocios del Estado.

Don Cuántico entonces nombra
una vicepresidenta
pero ésta, nada lenta,
al país entero asombra.
Cosechaba entre las sombras
gordos diezmos y primicias.
Contagiado de inmundicia
sigue el régimen de turno
pero este, taciturno,
lo cambia por otra noticia.

Las broncas entre la mafia
casi llegan a las manos
cuando el tal José Serrano
es depuesto y tiene rabia.
Y pese a toda su labia
ante su misma Asamblea
no logra explicar la fea
grabación donde el fiscal
le demostró en qué fecal
cosa andaba su ralea.

Obesa la deuda externa
que nos dejó el anterior
y obesa la deuda exterior
dejará el que gobierna.
Y ya que se ha vuelto eterna
su cuántica solución
es acelerar el son
de impuestos y gasolina.
¡No aguatamos ya su espina,
los rechaza nuestra acción!

Aquí me pongo muy triste
y tengo mi pecho herido
por los desaparecidos
que en mi corazón existen.
Tal vez nunca conociste
a Telmo, David o Juliana
que en las más tristes mañanas
nos repiten aquí estoy
búscame porque yo soy
tu hermano y tu hermana.

Permítanme en este punto
hablar de una compañera
que luchó de igual bandera
y ¿por qué? yo me pregunto
¿hacia qué rincón del  mundo
la raptaron turbias manos?
¡Se me parte el pecho, hermanos,
pero a Michelle Montenegro
un día la encontraremos
desde el shungo lo juramos!

Para que vean que debo
aprender más de la gente
vi que todo carece
menos de bastantes huevos,
Para nosotros fue nuevo
ese modo de anatema
y consiste en clara y yema
que al Poder vuelven tortilla
y al Machi como al de silla
les purga mejor que enema.

A los metropolitanos
se les dio su merecido
pues ya mucho salpullido
causaban contra el cristiano.
Éste por ser un humano
que necesita comer
va a la calle a vender
mercancía más barata
y unos azules piratas
se la roban y a beber.

A su comandante en jefe
con ojitos de arrebol
le dejo un curso anti alcohol
pues se portó mequetrefe.
A los artistas agrede,
reprimió a los graffiteros
y con grandes agujeros
nos destruyó el patrimonio
y dañó lo que un “demonio”
construyó con tanto esmero.

Ya dejaos de afirmar
que es lo vuestro “arte y cultura”
pues jamás la vil tortura
podrá a Quito retornar.
Al otro lado del mar
o mejor de otro planeta
podéis clavaros saetas
banderillas  y lanzazos.
¡Taurópatas, que ese lazo
con vuestra sangre es perfecta!

Ya me ha llegado la hora,
Retumba la Prole fuerte
sobre todo las mujeres
que son las más luchadoras.
Hacen surgir a la aurora
y al más quieto lo remueven
¡Que su lucha sobrelleve
hasta al más complejo escollo.
Terminó el dos mil dieciocho
¡Viva el dos mil diecinueve!

sábado, 18 de enero de 2025

Testamento 2021 - Jaime Guevara

TESTAMENTO 2021 

ENTRE COVID Y ENTRE AYUNO

por Jaime Guevara

Señores, muy buenas tardes 
señoras y señoritas 
si les llamé a esta cita 
no es porque sea cobarde 
si no que la úlcera me arde 
y ando mal de los riñones, 
en los pies los espolones 
me tienen atormentado 
doce meses he pasado 
con males y con ladrones.

Por tanto aquí yo les llamo 
a repartir mis tereques 
y desde luego algún cheque 
para silenciar reclamos. 
No es mi culpa si los amos 
hoy son banqueros tribunos 
que nos multan el consumo 
pues no son ningunos lentos. 
¡Voy a echar mi testamento 
yo soy el dos mil veintiuno!

Enero: Lenin Moreno 
boto por ineptitud 
al Ministerio de Salud 
por presión del parlamento. 
Él no fue nadita lento 
para vacunar parientes 
contra el COVID-19, 
que conste en nuestra memoria. 
¡Vacunas VIP son historia 
que nos indigna y conmueve!

A los alcaldes de Quito 
les dejo una carcelera 
para que Yunda y Guarderas 
se guarden tolete y pito. 
El uno junto a su hijito 
hacía turbios consorcios 
y el otro tiene por socios 
a los metropolitanos. 
¡Uniforme de tiranos 
y el choreo es su negocio!

A la empresa Furukawa 
que trataba como esclavos 
a sus obreros, le clavo 
mi condena expresa y clara 
la esclavitud es avara 
y esos empresarios mucos 
pagarán por su caduco 
modo de vernos la cara. 
No se llenan las cucharas 
con sus alevosos trucos.

Pablo Hasel, el rapero 
condenado a nueve meses 
de prisión porque los reyes 
españoles se ofendieron. 
Vaya cosa, caballeros 
los herederos de Franco 
son parásitos del banco 
general de toda España. 
¡Monarquía de alimañas 
caiga ya por un barranco!

De pronto aquí en Ecuador 
una crisis carcelaria 
se transforma en maquinaria 
de asesinato y horror. 
Los guardianes sin valor 
se ponen a buen recaudo 
y no faltan desalmados 
que a la sangrienta matanza 
¡La filmen como una chanza 
y el silencio del Estado!

Cincuenta mil estudiantes 
sin cupo universitario: 
la SENESCYT es calvario 
donde cae el aspirante. 
La educación: un boyante 
negocio al que solo pocos 
acceden y algunos locos 
por amasar dinerales. 
¡Con tijeras estatales 
nos recortan luz y focos!

Nos mochan el presupuesto 
de educación y salud 
y envían al ataúd 
a muchos más, por supuesto. 
En su sistema funesto 
tres de diez ecuatorianos 
tienen un empleo sano 
y escasez de medicinas, 
¡Las garras las tienen finas 
al robar esos gusanos!

Por eso en Ecasa luchan 
y EXPLOCEN triunfa en su huelga 
aunque millones les cuelgan 
los beatos de capucha. 
Y ya que Lasso no escucha 
como no escuchó Moreno 
ni Correa, dan veneno 
en respuesta a los pedidos 
siempre lanzando gruñidos 
y son prófugos obscenos.

En Chile la gente en bronca 
contra el tirano Piraña 
quien sacó sus alimañas 
contra las voces ya roncas. 
Revienta ojos y entronca 
balazos en las cabezas 
con sadismo, con crudeza 
de jóvenes y de viejos. 
¡Nuevo presidente dejo 
quizá tenga la firmeza!

En el Ecuador tenemos u
n chulquero presidente 
que mostrándonos los dientes 
nos habla de reencuentro. 
Mas de corazón adentro 
es del fondo monetario 
uña y sucio el millonario 
de los zapatitos rojos. 
¡Cuidado que sus antojos 
son bajarnos el salario!

Y ha continuado este año 
el tal COVID-19 
toques de queda conmueven 
y él sigue causando daños. 
Parecemos solo extraños 
que tras de una mascarilla 
nos miramos a hurtadillas 
en pos de aquella vacuna. 
¿Hasta cuándo la columna 
y esta larga pesadilla?

Mientras tanto allí en las calles 
siguen robos y maltratos 
de los metropolitanos 
contra muchos informales.
Órdenes municipales 
con todo y guardias de choque 
quienes atacan en bloque 
a la más humilde gente. 
¡Aquí juro abiertamente 
combatirles so alcornoques!

Pobre seguro social: 
le debe un platal el estado 
le deben al jubilado 
y en farmacia está fatal. 
No hay aun ni un Vaporal 
y sus directores chorros 
para el dinero son zorros: 
buscan privatización 
de este bien de la nación. 
¡A defender sus ahorros!

El decreto nueve cinco 
de extractivismo salvaje 
Lasso firma en un pillaje 
para saquear con ahínco. 
Los canadienses, los gringos 
y hasta las empresas chinas 
con maneras muy cochinas 
saquearán nuestro subsuelo. 
¡Defendámoslo con celo 
o nos dejarán en ruinas!

La Merced de Buenos Aires 
que habitan en Imbabura 
se resisten a que surjan 
los mineros ilegales. 
O a que aparezcan "legales" 
destructores del ambiente 
chapas milicos y agentes 
los reprimen muy altivos. 
¡Eso es fácil ser muy vivos 
con la campesina gente!

Y la gasolina sube 
y con ella los pasajes 
de modo que cada viaje 
se encarece hasta las nubes. 
Por eso a pata yo anduve 
en las calles y avenidas 
en las marchas y estampidas 
caminando largamente 
porque en el bus nuestra gente 
se enferma o es sacudida.

Los papeles de pandora 
los paraísos fiscales 
son las cajas de caudales 
donde los de arriba moran. 
Vaya manera que adoran 
A su becerro de oro 
aunque huelen a inodoro 
Y su pueblo está en pobreza 
¡Ellos son la vil maleza 
que arrancaré y no demoro!

A correr por la calzada 
con el interior coloreado 
la maletita en la mano 
y unas uvas saboreadas. 
Si una viuda está callada 
la otra se aclara la voz 
otra más, grita veloz 
¡Invítenme al desayuno! 
¡Muera ya el Dos mil veintiuno! 
¡Viva el Dos mil veintidós!

Testamento 2012 - Jaime Guevara

 Testamento 2012


por Jaime Guevara
A  todos nos llega el turno
y este viejito arruinado
le dicta a su abogado
este su escrito nocturno
y aunque llego taciturno
se fue avispando en el roce
con el poder y en el goce
de los tronos de oropel
aquí les dejo mi fiel
testamento dos mil doce.

Y claro, tal como ustedes
tuve buenas intenciones
y hasta levanté oraciones
al construir mis paredes.
Mas poco a poco las redes
de la propia realidad
me atraparon en maldad
y en las garras del dinero.
!Poderoso caballero
que a nadie tiene piedad!

De modo que no se quejen
si al estirar yo mi pata
les dejo alzada la bata
aunque me llamen «hereje».
Ya sus tejes y manejes
hoy me tienen sin cuidado
pues le pagué a su abogado
y a toda la Corte en pleno.
!No me digan que es veneno
lo que mi pluma ha firmado!

Que me den un canelazo
voy aclarar mi guargüero
y por cierto yo prefiero
caricias que correazos.
Que suelten todos sus lazos
mis viudas entre diablillos
y en su interior amarillo
que me compartan las uvas.
!Que a doce vueltas sus curvas
de manzana saquen brillo!

Ante usted, Señor Notario
y ante ustedes mis testigos
a manera de castigo
doy lo justo y necesario.
Quizás alcance el horario
porque hay mucho qué decir
y hasta a veces maldecir,
basta ya de más prefacios.
!Que al estremecer palacios
perfore su casimir!

En mis días nuevamente
atacan a nuestra tierra
quienes le declaran guerra
sin importarles la gente.
Capataces y gerentes
ambicionan más dinero
haciendo campos mineros
y en vez de pan más petróleo.
!Yo les doy mis santos óleos
a esos transnacionaleros!

No les importa ni el agua
ni llenarla de toxinas
y al actuar así asesinan
cuando veneno desaguan.
Hombres, mujeres y guaguas
no pueden ya cultivar
y arrojados de su hogar
rondan en la periferia
!Al fondo de la materia
los culpables voy a echar!

A propósito, enseguida
del agua en el mes de marzo
el pueblo dijo «!Me lanzo
en defensa de la vida!».
Y en una marcha extendida
del Oriente hasta la Sierra
fue un tambor sobre la tierra
cada paso firmemente.
!Yo lo llevaré en mi mente
porque a mi shungo se aferra!

Y aunque el pueblo originario
está en legitima lucha
el Mandamás no lo escucha
y lo ha criminalizado.
Hay 200 enjuiciados
y muchos más perseguidos
por aquél que está vestido
con camisa de aborigen.
!Le doy para que amortigüe
su lengua, tremendo hervido!

Ahora sí me he deprimido
pues Carolina Garzón
se suma a quienes hoy son
o están desaparecidos.
Y es que demasiados nidos
hoy están sin ocupante:
alguien les ha echado el guante
y no quiere devolverlos.
!Yoles dejo roto el velo
del misterio, y adelante!

Han salido sus familias
a la Plaza nuevamente:
reclaman por sus parientes
y aparece una pandilla.
Uniformada pandilla
que otra vez los amenaza
o las hábiles tenazas
que engañan desde el Palacio.
!A las familias mi abrazo
y un corazón por coraza!

Hablando de un alboroto
que también es indignante
hablaré beligerante
de los Diez de Luluncoto.
Por el «delito» remoto
de tener libros del Che,
nueve meses CDP
y juicio por «terroristas».
!La libertad está lista
y a estos jóvenes daré!

Fue «Premio a la Libertad
de Expresión Comunitaria»
!Qué presea innecesaria
en su caso, Majestad!
Usted, que a su semanal
cadena nos ata el pescuezo
y amenaza nuestros huesos
lanzar en una mazmorra.
!Una idéntica cotorra
será mi herencia al regreso!

Mientras tanto «corrupción»
es un bicho familiar
que aún se puede apreciar
en plena Reinvolución.
Resultó falso el cartón
de su primito el gerente
quien renunció y de repente
para Miami se fue.
!Yo le envío un buscapié
al delgado penitente!

Y Duzac el empresario
muy solvente y muy confiable
recibió unos amables
800 mil denarios.
Cofiec confió en el corsario
recomendado de arriba
y él se marchó a la Argentina
con su premio bajo el brazo.
!De mí no se burla el payaso
le doy de herencia estricnina!

En contraste los ayunos
no tienen ya sindicatos.
«Socialismo» mojigato
modelo siglo XXI.
Capitalismo con humo
de Bolívar y de Alfaro
donde el sistema es avaro
tiránico y tricolor.
!Su «patria» es sólo un actor!
!Su verdad descaro!

¿Alguien me puede contar
qué pasa con el Augusto?
¿Por qué no son de su gusto
los árboles del lugar?
¿Por qué ha mandado a podar
como a cadete a mi Quito?
Por él se ve este distrito
menos verde cada vez.
!Que a su planilla del mes
le doblen el valorcito!

Él que hasta multa, por cierto,
lo que no puede multar
(por graffitis o pegar
el anuncio de un concierto)
es en cambio muy despierto
para ser la tapadera
de toreros y barrera
a la ley antitaurina.
!Una enorme silbatina
le daré por donde quiera!

Nos ponen por solución
una urna y papeleta
para que trepe a la teta
una Alianza de jabón.
Un lazo de billetón
compite con Rey Banano
y un Coronel ex tirano
versus los Arrepentidos.
!Contra todos un fluido
tachón de mi propia mano!

Nuevamente ha sido un año
triste para Palestina,
nuevamente la asesinan
y le causan otros daños.
Como ahora y como antaño
el Estado de Israel
mata y se cree muy fiel
a las Santas Escrituras.
!Al tacho de la basura
lo arrojaré por cruel!

A lo largo y ancho Europa
sigue en crisis de dineros:
bien gracias por los banqueros,
para el pueblo ni la sopa.
Contra él atacan tropas
y recortes y despidos
y su gente ha respondido
con espíritu indignado.
!Con el pulgar levantado
le doy mi ánimo encendido!

El Rey Juan Carlos, amante
de los animales…muertos
fue pescado y descubierto
tras matar un elefante.
Luego de ello es emigrante
mendigo ante los chulqueros
pues sus propios financieros
son cada vez más glotones.
!Es tal cual un Al Capone
coronado por el clero!

Que mis viudas ya no lloren
y tomen una canela
que enciendan todas las velas
cuando su lucha mejore.
Que los santos se desdoren
sin más chuecos intereses
Que las verdades no cesen
y seamos más veloces.
¡Muera el año Dos Mil Doce!
¡Viva el año Dos Mil Trece!

domingo, 12 de enero de 2025

Testamento 2020 - Jaime Guevara

TESTAMENTO 2020

(Con pandemia que resiente)



por Jaime Guevara

Y bien Diciembre ha llegado
flaco, enfermo y sin empleo,
disculparán por lo feo
pero es así que ha acabado.
Las hojas se han terminado
en mi calendario triste
soy el que soy y al que viste
al principio muy contento
¡Vengo a echar mi testamento
con más lagrimas que chistes!

Quiero ver aquí al notario
y a su guapa secretaria
no aún la funeraria
ni tampoco al comisario.
Aquí no son necesarios
los tombos municipales
porque estoy en mis cabales
viejito pero decente:
¡Soy el año Dos Mil Veinte
aunque repleto de males!

Saludo a mis anfitriones
que son los Vientos del Pueblo,
con sus 13 años amueblo
sus luchas y sus razones.
Plazas calles y rincones
los han visto batallando
sin más armas ni comandos
que la justicia en mil causas.
¡Y ese batallar sin pausa
hace feliz su cumpleaños!

Ahora sí en mi testamento
la cosa se pone fea
y el gobierno desemplea
a millones muy contento.
Se quedan sin alimento
por su “Ley Humanitaria”
muchos viven como parias
mientras que los barcos chinos
¡roban pesca y muy cochinos
botan basura en el agua!

Llega Marzo y la pandemia
nos cae pero no hay cama
para tanta gente y clama
el dolor que cruel apremia.
Unos lanzan la blasfemia
de que mueran los ancianos
porque estorban a los sanos
y el ministro de salud
¡los condena el ataúd
de cartón y a los gusanos!

A propósito recuerdo,
los funcionarios corruptos
que codiciosos y astutos
actuaron nadita lerdos.
Y poniéndose de acuerdo
se reparten maravillas:
guantes, kits y mascarillas
¡Para agarrar un aumento
del precio en medicamentos
cual ratas de alcantarilla!

Los nombres son numerosos
de esas ratas de pandemia
mientas el dolor apremia
ellos están muy golosos.
La María Bala Plomo
reparte los hospitales
y su caja de caudales
engordan los Bucaram.
¡”Viva la patria” alacrán
tanto robas, tanto vales!

Justo en plena mortandad
milicos y policía
con total alevosía
cometen pura maldad.
En tanto en esa ciudad
quedan sin aeropuerto
pues la Cynthia en desacierto
lo hace cerrar arbitraria.
¡Las calles son funeraria
y a la fosa van los muertos!

Aquí en las pruebas Covid
también florecen corruptos
y se van los exabruptos
en municipal ardid.
Hace vino de la vid
y antes que salud primero
para ellos el dinero
es lo que más les importa.
¡Yo les dejo una gran torta
del caballo y su trasero!

El Moreno prioriza
el pagar la Deuda Eterna
no le importa y si se enferma
el pueblo, él muere de risa.
Pero en cambio tuvo prisa
para perdonar las deudas
de los banqueros que adeudan
sus impuestos al Estado.
¡Yo les dejo un gran bocado
de billetes y monedas!

En pandemia todos hurtan
- incluida la Prefecta -
quien de manera perfecta
infla los precios y usurpa.
para que su pavo surta
el caldo con más insumo
se aprovecha del consumo
de termómetros y gel.
¡Yo le encierro en un cancel
aunque luego se haga humo!

Con las justas la Asamblea
aprobó la necesaria
Ley de Apoyo Humanitaria
contra esta crisis tan fea.
Mientras tanto en donde sea
despiden a los obreros
como EDESA en que altaneros
los empresarios los botan.
a la calle a esos patriotas
¡A quienes doy mi respeto!

Con discapacidad falsa
los burócratas supremos
importan carros modernos
y en la impunidad rebalsan.
La injusticia está en su salsa
y de modo presencial
se contagian con el mal
en la CNT empleados.
¡Yo les dejo no entubados
sino ganando el jornal!

En la fábrica de EXPLOCEN
los obreros dicen huelga
porque a muchos los descuelgan
sin sus indemnizaciones.
Los patronos no conocen
otra ley para el trabajo
más que el obrero debajo
y el burgués de panza arriba.
“¡Dejo al pueblo siempre un Viva
la lucha de los de abajo!”

Pobre Seguro Social
siempre en manos de los mismos
que han echado en el abismo
sus aportes y caudal.
El Estado angelical
con estatales ladrones
roba el fondo de pensiones
de los propios afiliados
¡quienes ya de jubilados
reciben sólo ilusiones!

Quitan el subsidio al gas
y de ese modo incrementan
su precio y nos acrecentan
la gasolina además.
de esa forma el satanás
que es el tirano de turno
finge ser muy taciturno
mientras nos clava las uñas.
¡Vaya a lamer las pesuñas
del imperio allá en Saturno!

Al personal de salud
lo llaman “héroe” primero
pero después no quisieron
pagarle con prontitud.
Muchos van al ataúd
desafiando a la pandemia
pero a los demás apremia
lo necesario del día
¡A movilizar las vías
todos los héroes que agremia!

El ejército imperial
hoy entrena a las brigadas
de esas turbas disfrazadas
de milicia nacional.
Además deja otro mal
para “aprovechar el viaje”:
un modo de espionaje
para vigilar las redes.
¡Que se busquen otros peces
porque aquí no hay vasallaje!

Una deuda y otra deuda
son dos deudas nada menos
más otras dos son veneno
hecho de papel moneda.
Es eso lo que nos queda
tras Moreno en cuatro años
represión, deudas y daños.
¡Mil doscientos profesores
despedidos y temores
con el próximo tacaño!

Vienen ya las elecciones
y hablemos de candidatos
cada cual más mojigato
y dieciocho los ladrones.
Unos tirados a halcones
pistoleros como es Lasso
otros hablan de sueldazos
de electrónico billete
¡mas todos son alcahuetes
de oligarcas y el fracaso!

Por doquiera huelgas, paros
y marchas contra gobiernos
que van haciendo un infierno
la Tierra con tanto avaro.
Por doquiera el desamparo
ha cubierto a multitudes,
ni los mismos ataúdes
alcanzan para los muertos
¡y han convertido en desierto
este suelo, mar y nubes!

Donald Trump por fin se va
sin embargo no se fíen
porque en otros nombres sigue
el imperio y su maldad.
En Madrid Su Majestad
enjuicia a quince raperos,
desalojos, desempleos
en Brasil, Suecia y Colombia.
¡He sido un año que agobia,
ya no me miren tan feo!

El racismo sigue vivo
y a George Floyd lo asesina,
por eso tantos caminan
contra ese mal corrosivo
que es su causa y su motivo.
Donald Trump cierra los ojos
lleno de furia y enojo
y lanza su policía.
¡Qué ejemplo de cobardía
y del fascismo un despojo!

Me disculparán mijitos
pero este año no me queman
aunque buenas ganas tengan
de quemarles a algunitos.
Me han borrado, me han proscrito
y hasta han prohibido mis viudas:
todos aquí me repudian
y hasta yo mismo lo admito.
¡En el final inaudito
me voy triste y con la lluvia!

En cuanto a ustedes muchachos
nunca dejen de luchar
en defensa popular
contra cualquier vivaracho.
Mientras yo me deshilacho
hoy parto achacoso y cucho
pues me han castigado mucho.
Doy paso al año siguiente
¡abajo ya el Veinte Veinte
que viva el año Veintiuno!